Y qué te puedo decir de mi... escribo para ordenar ideas sueltas que se entremezclan en mi cerebro y me aturden si no las escupo. En el afán por sistematizar y vaciar mis bolsillos de papelitos arrugados –soportes de un par de palabras espontáneas- les doy forma de texto y sale lo que se lee en este espacio. Me gustaría saber dibujar, por eso escribo. Me inspira el dolor y la bronca, ese momento en el que me encuentro haciendo equilibrio sobre lo que yo llamo “esa delgada línea de la locura”, entre la cordura y lo absurdo. La naturaleza me satura de signos, esos que van deslizándose desde mi corazón hasta mi cabeza, aglomerándose y buscando salida. Algo sale. Mi pasión es el aire libre, el sol, el pastito, lo que mi mamá llama olor a ozono antes de una tormenta; pero trabajo 9 horas al día metida en una oficina. Y bue... de algo hay que vivir –me consuelo-. A veces pienso en comprarme una máquina de cortar pasto y una podadora para dedicarme a la jadinería y que me paguen por eso. La vida me llevó por muchas ciudades hasta que me depositó en Tucumán, de donde intento escapar pero siempre algo me retiene. Partiré, lo sé, el mundo es muy grande para detenerse en un solo lugar. Las relaciones interpersonales me asustan, mi psicóloga me dijo de manera sutil que soy antisocial, tengo que resolverlo. Debe ser que dejé tanta gente desperdigada en Concordia, Campana, Posadas, Esperanza, etc., etc., etc. que me cuesta aferrarme al prójimo. Tengo MI familia, MI amiga y gente a la que quiero muchísimo. De las ciencias exactas a las letras pegué un salto un día, pero me caí en el medio. Buscando mi lugar me di cuenta cuan poco sé de mi y por ahora en el medio estoy bien, aunque sigo escarbando.
Los que dejaron su huella...
Pensamientos, sentimientos, aprendizajes, flashes y un par de cosas más.
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