jueves, 11 de junio de 2009

Un Domingo en mi Vida...

Me levanto después de estar dando vueltas en mi cama con un cargo de conciencia terrible porque en dos días rindo y no empecé a estudiar. Para colmo anoche salí y todavía no puedo recuperarme (resaca del demonio).

Hago un gran esfuerzo y bajo el primer pie de la cama – el izquierdo -. Miro la cucheta de arriba... Maggi durmiendo placidamente hasta que vuelva a ocultarse el sol.
Me cambio, agarro los apuntes y de repente mi estómago hace un ruido extraño: necesito ingerir algo. Abro la alacena y veo: fideos moñito, fideos bucatini, fideos mostachol rayado, spaghetti, arroz, 10 paquetes de polenta y 15 de yerba. En mi heladera: tres botellas de agua, un huevo, ketchup, y seis cubeteras sin hielo. Estoy podrida de comer fideos pero bue... parece que no queda otra.
Hoy sale: fideos mostachol con huevo duro y ketchup. Para beber: agua de la canilla.
Lavo los 500 platos que están sobre la mesadas desde hace cinco días, acomodo un poco y llenó una cacerola con agua para cocinar los fideos, ¡pero!... no tengo fuego, ¿cómo prender la hornalla sin fuego? (mi estomago enojado, ruge cada vez más fuerte).

Bajo a ver si algún vecino me regala un fósforo y nada, muerto el edificio, soy el único ser viviente en este lugar poblado de jóvenes desmayados. Vuelvo a mi departamento, junto las moneda del piso que se cayeron del bolsillo de mi jean anoche cuando llegué y tomo fuerzas para salir a comprar un encendedor... ¡pero! no tengo llave, ¿cómo salir del edificio si no tengo llave del portón de entrada?. Me prendí del portero de alguna polaca y bue... logré salir en busca de mi fire. Apenas piso la calle un aroma muy anhelado invade mis fosas nasales: ASADO. Paso por una casa y veo toda una familia comiendo su asadito del domingo, con ensalada, pan fresco y vinito tinto. Y yo... fideos con ketchup y huevo.

Llegó a La Marieta (kioscoantro): cerrado. Camino dos cuadras más y paso por otra casa en situación de asadito. Me acuerdo de mi familia, los imagino en la galería de casa almorzando y “charlando” en un domingo soleado –idealización producto de la distancia-.

Llego al kiosco y compro el bendito encendedor, elijo el más feo: amarillo, cosa de no perderlo o de reconocerlo en caso de robo.

Vuelvo caminando tranqui y llego al edificio, sigo sin llave. Me vuelvo a apunar sobre un timbre y me abren después de casi 20 minutos de insistencia (mi estomago no da tregua).
Subo los 328 escalones y llegó a mi hogar. Con mi nuevo encendedor yellow, prendo la hornalla y empiezo a cocinar el menú del día. Almuerzo pensando en el asado que se están comiendo mis viejos y mis vecinos: ¡H.D.P.!

Terminé, satisfecha pero... ¡no hay puchos!. Ni en pedo salgo en busca de alguien que se apiade de mi y me convide uno y no tengo ni una moneda para un suelto. Así que para pasar los nervios, la resaca y mientras digiero mi comida super nutritiva me pongo a escribir, y acá estoy. Di 8500 vueltas y todavía no abrí el apunte, Maggi sigue durmiendo y el kiosquero me cobró $1,50 un encendedor de mierda. Y bue... para qué llorar si reírse es menor esfuerzo.
Y eso que recién empieza el domingo.


Julieta Pedroni.
Domingo 12/10/03
3:00 pm.
Posadas, Misiones.

3 comentarios:

  1. La tendrias que haber despertado a Magui a que comparta tus desdichas... o de ultima que ayude con los platos :P

    Me gusto como planteaste el relato.

    ResponderEliminar
  2. ODIO los domingos, ojalá fuera lunes directamente.
    Hermoso relato.
    BESOTE

    ResponderEliminar