miércoles, 3 de junio de 2009

Gorda Querida:

Lo primero que tengo para decirte es LA PUTA QUE TE PARIÓ. Espero que no te ofendas y puedas entender. Que quede claro que no va literalmente, sino con bronca y desesperación por no encontrar una explicación, ni aun hoy, tanto tiempo después.

Tengo que admitir que mis sentimientos fueron cambiando en estos años.

A partir de ese día, en el que estábamos todas reunidas en nuestro nuevo departamento preguntándonos por vos, que no habías dado señales en todo el verano, y decidimos llamarte, algo en mi -en todas- cambió.
Llamé a tu casa para saber por qué todavía no estabas con nosotras en Posadas y me atendió tu hermano. Al pobre le tocó la terrible tarea de darme la noticia. Con tranquilidad pero en un tono que jamás volví a escuchar –descifré que aun no caía en sus palabras-, me dijo “¿No te enteraste de lo que pasó?” y me contó lo que habías hecho hacía apenas una semana. Inmediatamente mi cara se transformó y Maggi, Belén, la Negra, la Peti y Cachorra, alrededor mío, se dieron cuenta por mi expresión que Ale no me había dado buenas noticias, lo único que atiné hacer fue acomodar los dedos en forma de pistola y apuntar a mi sien.

En ese primer momento sentí culpa, muchísima culpa. No me podía perdonar por no haberte dado una mano, decirte la palabra exacta, escucharte, darme cuenta lo que te estaba pasando, entender tus locuras y calmas extremas y alternadas. Culpa, solamente, por no haber hecho algo, lo que sea. Durante mucho tiempo pensé que yo lo podría haber evitado, que talvez con una pequeña demostración de cualquier tipo te podría haber persuadido. Cargué en mi conciencia el hecho de haber conocido, por casualidad, esa carta –no era para mi- que describía lo mal y desequilibrada que te sentías, y no haber ido a ayudarte creyendo que el tiempo, el verano, tu familia y la distancia iban a hacer lo que talvez podría haber hecho yo, o nosotras (aunque prefiero hablar por mi, pero me cuesta).

Un tiempo después, hablando con tu viejo, entendí que la vida que nos contabas de Bella Vista, tu ciudad, no coincidía con la realidad que él nos relató, y que la realidad que le contabas a él de Posadas nada tenía que ver con lo que vivíamos en esa ciudad. Caí en la cuenta de que, a pesar de haber convivido un año y compartido muchas cosas, lo que conocía de vos era muchísimo menos de lo que imaginaba. Nos pintaste, a nosotras y a tu familia, dos realidades que sólo existían en tu cabeza, ¿por qué? nunca lo sabré.
En ese momento entendí que no era mucho lo que yo, ni nadie, podría haber hecho para ayudarte. Se fue la culpa y me enojé, me enojé muchísimo con vos.
Ver a tu papá, ese buen tipo, extremadamente generoso por lo poco que alcancé a conocer, con el alma rota y la desesperación en el rostro para siempre. Pensar en el dolor del resto de tu familia -tu hermano y tu vieja- , de tus amigos y vernos a nosotras, día a día sin concretar el duelo por falta de argumentos, me hizo enojarme con vos. Admito que te creí una persona egoísta, que con tal de escapar fuiste capaz de cagarle la vida a una familia entera, y dejar sin consuelo a la gente que te quiere.

El tiempo pasó pero nunca dejé de buscar explicaciones que me conduzcan al desahogo, enojarme no me permitió opacar el dolor. En ese indagar me crucé con alguien que me explicó que lo que habías hecho era algo que venía con vos y tarde o temprano se iba a manifestar.
Mis sentimientos volvieron a cambiar, hoy no es culpa ni enojo, es algo que no se cómo explicar, pero que me hace quererte y extrañarte basándome en el hermoso recuerdo que tengo de vos. Aun no encontré explicaciones y nunca las voy a encontrar, creo que sólo vos sabés por qué hiciste lo que hiciste y con eso me basta. No te voy a negar que te extraño y de vez en cuando te aparecés en mis sueños contándome que estuviste un tiempo presa o en un convento de monjas, pero ahora volviste para quedarte con nosotras. Creo que es porque todavía no pude cerrar con esto, no se si podré alguna vez.
Pero bueno... aunque suene cruel la vida continua sin vos. Continua con un espacio vacío, un espacio vacío que nada va a llenar.
Tal vez ahora entendés mejor porque desde el sábado 31 de enero hasta hoy la impotencia acumulada me hace empezar y terminar esta carta diciéndote: LA PUTA QUE TE PARIÓ.

Te Quiero.


PD: todavía no te borré del msn.




Julieta Pedroni.

6 comentarios:

  1. Intimo, estremecedor y conmovedor.

    Me gusto el blog.
    Volveré...

    ResponderEliminar
  2. Hija de una tracalada de putas. Es que acaso por fin te diste cuenta de que podés escribir espectacular? Estoy muy sorprendida, nena. Para bien. No podés rematar así, "todavía no te borré del msn". En la foto, adivino quién es tu amiga. Sólo por cómo la pintás. Gracias. Más vale que no te cuelgues y actualices como corresponde.

    Besos.

    ResponderEliminar
  3. Hola mujer, qué bueno encontrarte por acá. Un gusto leerte. Ya pasaré de nuevo. Un abrazo y gracias por pasarte por mi blog.

    ResponderEliminar
  4. A la mierda ! ! ! no se me va la piel de gallina ! ! !

    impresionante Pedro, todavía estoy atónita. El final, no puede ser mejor

    Felicidades

    ResponderEliminar
  5. segunda cosa tuya que leo y me encanta. un beso juli. muy bueno, comparte mucho la carta. dan ganas de conocer con un poco mas de profundidad lo que pasó. zonne

    ResponderEliminar
  6. me encanta que escribas... es buenisimo tener el don de hacerte bien y hacer bien a los demás con la escritura. Es bueno cuando uno no es lo mismo después de leer algunas líneas, eso me pasa con lo poco que leía de vos, hasta ahora.
    besos (maru luna)

    ResponderEliminar